Archive for febrero 2010

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17/02/2010

La licuadora de Bauman saca humo… Ya nada es lo que parece y todo parece lo que no es. Vivir en estos tiempos de locos es como caminar por la cámara de los espejos de un antiguo parque de atracciones después de haber desayunado un par de onzas de Lucy in the Sky with Diamonds.

Tras esta poética introducción os voy a presentar una de las campañas virales más misteriosas de los últimos años. Todo empezó en diciembre con un video de 55 segundos, repleto de atmósferas orgánicas y sugerentes en el que se intuía el nacimiento de una extraño ser. A principios del nuevo año otro video apareció como por arte de magia en los inbox de medio universo musical. Lo protagonizaba la misma criatura de melena rubia envuelta en el mismo universo húmedo y onírico, y arropada por extraños sonidos de sintetizador y susurrantes voces femeninas.

La blogosfera no tardó en darse cuenta que estaba delante de una de las campañas virales más bien realizadas de los últimos tiempos, e incluso los más cautos, cínicos, y descreídos bloguers dieron cabida a la noticia en sus bitácoras.

¿Quien es esa mujer salvaje nacida del bosque? ¿Quien era la artista que se escondía detrás de ese personaje?

La estética vanguardista a más no poder olía a modernidad escandinava y se apuntó a los The Kills como responsables. Días después los sospechosos fueron Goldfrapp, aunque muchos lo descartaron por ser la estética de los vídeos mucho más oscura que el luminoso imaginario del dúo inglés. Otros nombres saltaron a la palestra y dos nuevos videos irrumpieron en escena para enmarañar todavía más el caso… Hasta que alguien sugirió lo impensable.

La doncella del bosque podía ser Christina Aguilera. El shock fue instantáneo. ¿Como podía encajar la estética de chicle de fresa de la diva con ese universo raro, incomodo, e hipersaturado? ¿Y las canciones? ¿Tendría intención Aguilera de abandonar su pop de masas por el cripticismo electrónico björkiano? Cierto es que Christina pretende sacar disco el próximo mes, que el título del mismo será Bionical, y que la intención de la artista de reposicionarse acercándose al underground es más que manifiesta, puesto que en la grabación del disco ha contado con la colaboración de Mia, Santigold, Ladytron y Le Tigre, entre otras. Pero… ¿Puede soportar Christina Aguilera una elastificación tan gigantesca de su marca sin que ésta se quiebre en dos?

De momento una de las pistas la dio un periódico israelí al publicar que el talentoso fotógrafo de moda Alix Malka sería el encargado de crear la portada y el artwork del nuevo disco. El universo de referentes de Alix tiene una conocida tendencia hacia la organicidad y el mundo natural.

Pero la última estocada ha venido de la mano de un internauta especialista en criptografía amateur, entrenado a base del concienzudo análisis de capítulo tras capítulo de Lost. El investigador anónimo ha conseguido dar sentido a la extraña progresión numérica que da título a los distintos vídeos sumando las cifras no separadas por puntos y substituyendo los números por su correspondiente letra del orden alfabético. 1=A, 2=B, 3=C…  Y bien, el resultado es el siguiente:

Prelude 699130082.451322 = (38.17) = CH. AG.

9.1.13.669321018 = I. A. M. CH.

9.20.19.13.5.723378 = I.T.S.M.E.C.

13.1.14.4.18.1.7.15.18.1.1110 = M.A.N.D.R.A.G.O.R.A. C

El caso es apasionante no sólo por la intriga que supone descubrir quien es la retorcida mente que se esconde detrás de la campaña viral, ni por las ganas crecientes de escuchar su disco… Si Christina Aguilera es la artista que está detrás de todo esta parafernalia estaremos delante de uno de los lavados de cara más espectaculares de la historia de la industria musical.

Seguiremos informando!

Kanye y la botella…
10/02/2010

El 13 de septiembre de de 2009 Kanye West la lió gorda en la gala de los MTV Music Video Awards. El artista de Chicago cruzo la alfombra roja con su espectacular mujer de la mano, y una botella de coñac de la otra. Los flashes se disparaban como luciernazas en celo en el fotocall, y West posaba con la seguridad que te otorga que una moza con más curvas que la Pedrera sea tu acompañante. Entre foto y foto West hincaba el codo dando largos tragos de la botella.

La verdad es que era bastante chocante ver a alguien beber sobre el terciopelo escarlata, pero todo el mundo dio por hecho que solo se trataba de una de las excentricidades de Kanye. Nadie podía esperar que una vez en el auditorio West subiría al escenario e interrumiría la entrega del premio al mejor video musical, arrebatándole el micro a Taylor Swift, la ganadora, y declarando en público que Beyonce y su clip de All the single ladies merecia ganar ese galardón. El ilustre abucheo la bochornosa irrupción, y Beyonce en su butaca ponía cara de incredulidad y de vergüenza. El acontecimiento se habría quedado en anécdota de mala educación si nadie se hubiese puesto las gafas de ver de cerca, analizando los pormenores del acontecimiento. Pero no fue así.

En estados unidos es ilegal beber de una botella en público, o como mínimo esa es a lección que hemos aprendido del cine, donde los vagabundos cubren sus etílicos brebajes con una bolsa de papel. Así pues, el hecho de ingerir líquido de una recipiente a pecho descubierto, con la etiqueta perfectamente visible, y siendo grabado y fotografiado por miles de cámaras pude que tuviese algún oscuro propósito más allá de la búsqueda de la ebriedad, o el aprecio por las cualidades organolépticas de su contenido.

Cualquier misterio residía en averiguar que bebía Kanye, y tras ojear un par de fotografías no fue difícil averiguar que se trataba de coñac de la marca Henessy, perteneciente al grupo de bienes de lujo francés LVMH, o más conocido como Louis Vuitton Moët Hennesy. Las glándulas salivares del coolhuner se ponían a trabajar a toda máquina… ¿Podría ser que la ocurrencia de Kanye fuese una controvertida acción de marketing de guerrilla? Solo una marca desesperada podría intentar una maniobra tan arriesgada, aunque, tratándose de coñac, una de las bebidas alcohólicas en mayor decadencia del universo etílico, todo podía ser… Solo faltaba encontrar una relación clara entre LVMH y la persona de Kanye West para poder dar cuerpo a la hipótesis de la desesperada estrategia de mercadotecnia. Tampoco fue difícil.

De todos es sabido que el cantante, rapero y productor es amigo personal de Takashi Murakami, un renombrado artista japonés que no hace mucho presentó una espectacular exposición en la Tate Gallery de Londres. Entre sus muchos trabajos Murakami ha colaborado estrechamente con West ilustrando las portadas de algunos de sus discos, y también es famosa su revisión del monograma de Louis Vuitton bajo su personal y colorista punto de vista basado en la cultura pop japonesa.

Con la figura de Murakami como intermediario, nexo, y celestino entre West y LVMH finalmente todas las piezas encajaban, confirmando la tesis que el caso de Kanye y la botella no era un hecho anecdótico, sino una meticulosa acción de marketing con el objetivo de reposicionar una marca de coñac al borde de la obsolescencia. ¿Que soporte más idóneo podría encontrar una bebida de tan envejecido target como Hennesy para dirigirse a un segmento joven y transgresor, y ampliar así la cuota de mercado?

Como uno de los personajes clave del New Mainstream, Kanye West reune altos niveles de notoriedad, pero a la vez es una figura relevante para un segmento de público sensiblemente más transgresor y permeable al cambio que el de otros artistas masivos. Por otra parte la cobertura de la que gozaba el evento era inmejorable.

Todo habría funcionado a la perfección si alguno de los avispados estrategas de LVMH hubiesen cambiado el contenido de la botella por inofensivo mosto, y Kanye no hubiese protagonizado el vergonzante espectáculo con la pobre Taylor Swift, fruto de sus desmedidas ansias de protagonismo y su “accidental” ebriedad. Lo que está claro es que la colabroación entre el grupo Louis Vuitton y Kayne West tiene bastantes número de ser mucho más que una paranoia conspirativa.

New Mainstream: Kanye & Gaga…
01/02/2010

En el post anterior La Guerra del Indie publiqué un esquema, de elaboración propia y casera, que mostraba de forma simplificada el estado del nuevo panorama de la música pop actual. En él se hablaba del nuevo fenómeno de la fragmentación del indie en dos segmentos diferenciados. Pero seguro que los más observadores se percataron que dentro del lugar reservado al Mainstream aparecía atrincherado en un rincón un pequeño sub-segmento al que llamé New Mainstream. En el post pasé por alto la explicación de este nuevo grupo de artistas cuya naturaleza parte de la música masiva pero que toma como referencia multitud de elementos más propios de los segmentos alternativos, indies, o underground.

Primero definamos Mainstream, un concepto de fronteras difusas pero implícitamente identificable. Se trata de la música mayoritaria que podemos ver en el canal principal de la MTV, o que suena en 40 Principales en su manifestación patria. Hablamos de Beyonce, de Madonna, de U2, o de Bisbal… De todos esos artistas situados en la cúspide de la pirámide de la industria discográfica, de los cantantes que llenan estadios y que ofrecen conciertos con pirotecnia y de los que,  desde ligas inferiores manejan reglas y códigos estéticos de naturaleza conservadora, de amplia y fácil aceptación y digestión por parte del grueso de consumidores. Un segmento tan comercial como interesante al que la crítica musical intelectualizada deberían prestar más atención. Valiéndome de un símil cinéfilo diré que tanto hay que ir al Verdi a ver la última de Michael Haneke y tragarse sus tres horas de metraje en alemán, que hacer lo propio con Avatar, el fulgurante milagro tridimensional de James Cameron. Con las dos se disfruta, si eres lo suficientemente aguerrido como para dejar atrás los prejuicios. A mi modo de ver, lo mismo pasa con la música. No hay empacho de Radiohead que no cure una buena dosis de Britney Spears, y viceversa.

Pero centrémonos en el New Mainstream, un singular sub-segmento que viene manifestándose cada vez con más intensidad. Sus orígenes se encuentran en el mainstream, y no podríamos diferenciarlo del mismo si no atestiguáramos elementos que le dan un valor diferencial. Elementos que se basan en tomar prestadas estéticas y campos semánticos pertenecientes al indie. Imagen y música son susceptibles de incorporar esas ingerencias a través de composición, instrumentaciones, arreglos, o estilismos, realizaciones, y puestas en escena.

A mi modo de ver, hay dos artistas que personifican de forma clara la identidad del New Mainstream. Ellos son Kanye West, en el equipo de los chicos, y Lady Gaga, en el de las chicas. Ambos artistas no esconden sus influencias alternativas y las hacen manifiestas en sus canciones. Quien no conoce la sobreexplotación de los vocoders daftpankianos de el bueno de West y sus posteriores colaboraciones con los parisinos, o la devoción de Lady Gaga, la reina camaleónica, por el maestro del disfraz y la androginía, David Bowie. Dudo que Beyonce conozca siquiera la existencia del dúo francés, o del duque del Glam…

Kanye y Gaga han sabido diferenciar su producto para posicionarse y destacar en un mercado hipersaturado de niñas rubias de anatomía neumática, y de raperos malotes con pinta de tener la mano más larga que la lengua, pero más corta que el cañón de su pistola. Su discurso ha incorporado apropiaciones que han roto el monolítico decálogo de la música mayoritaria añadiéndole unas notas de color que les hacen ganar en relevancia y singularidad.

Los nichos de vanguardia encarnados por la cultura indie, alternativa o underground, son y seguirán siendo de forma cada vez más manifiesta el foco de inspiración de un mercado de competencia perfecta en el que la diferenciación y la hibridación de géneros se dan la mano, y con la otra se agarran del paquete.

Con estas palabras concluyo la explicación de mi esquema. Se que es una segmentación cualitativa, subjetiva y opinable pero también lo fue decir que el arco iris estaba formado por siete colores, cuando en realidad es una gradación de infinidad de tonalidades. Queridas damas y caballeros, el mismo lenguaje no es más que un ejercicio de segmentación conceptual, y si no lo hacemos aquí no habrá ni dios que se entienda. Y sino, que se lo pregunten al bueno de Wittgenstein.

Temazo…